Inicio » Blog » General : 10 pautas para convencer a un jurado

La comunicación ante un tribunal del jurado

El procedimiento del tribunal del jurado en España se regula en la Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado.

El tribunal del jurado es competente para el conocimiento y fallo de las causas por los siguientes delitos, tipificados en el Código Penal:

a) Homicidio (arts. 138 a 140)

b) Amenazas (arts. 169.1.º)

c) Omisión del deber de socorro (arts. 195 y 196)

d) Allanamiento de morada (arts. 202 y 204)

e) Infidelidad en la custodia de documentos (arts. 413 a 415)

f) Cohecho (arts. 419 a 426)

g) Tráfico de influencias (arts. 428 a 430)

h) Malversación de caudales públicos (arts. 432 a 434)

i) Fraudes y exacciones ilegales (arts. 436 a 438)

j) Negociaciones prohibidas a funcionarios (arts. 439 y 440)

k) Infidelidad en la custodia de presos (art. 471)

El tribunal del jurado en España se compone de nueve personas, ciudadanos comunes elegidos por sorteo.

Para cada juicio, se parte de una lista de treinta y seis personas candidatas a ser jurados.

De entre los treinta y seis, el Ministerio Fiscal y las acusaciones particulares pueden recusar sin alegar causa alguna a cuatro candidatos y las defensas a otros cuatro. Asimismo, los candidatos pueden alegar causa válida para abstenerse de formar parte del jurado y ser excluidos de la lista.

Una vez excluidos de la lista de treinta y seis los recusados por las partes y los excluidos por causa válida, se realiza el sorteo de los nueve titulares y dos suplentes que conformarán el jurado. El sorteo se ha de hacer entre un mínimo de veinte candidatos que hayan permanecido después de las recusaciones y abstenciones. Si no se llega a veinte, ha de engrosarse la lista con nuevos candidatos para proceder al sorteo.

A continuación, desgloso diez pautas que considero nucleares para tener éxito en un juicio como abogado defensor ante un tribunal del jurado:

  1. Seleccionar al jurado recusando por profesión o dedicación:

El tipo de actividad habitual de una persona y la posición jerárquica dentro de su empresa u organización da pistas claras de su tendencia a valorar las situaciones de la vida: una disposición autoritaria o sumisa, disciplinada o anárquica, rígida o flexible, sancionadora o comprensiva, intolerante o compasiva.

Así, por ejemplo, un actor de cine, artista y autónomo, me vale si soy defensor.

En cambio, un alto ejecutivo, que además sea ingeniero de formación, mejor recusarlo si soy defensa (aunque estaré encantado con él si soy acusación).

  1. Excluir a anteriores víctimas:

Es bastante evidente, pero es necesario, asegurarse, siendo defensa, de que el candidato no haya sido anteriormente víctima de un delito análogo al que se juzga.

  1. Hacer preguntas abiertas en la selección del jurado:

Para mejor captar el talante del candidato, es importante hacerle preguntas abiertas (que requieran el desarrollo de su contestación) en lugar de preguntas cerradas (que se contesten con un simple sí o un no).

Por ejemplo, es más ilustrativo lo que puedan contestar a la pregunta ¿en qué consiste, para usted, el derecho a la presunción de inocencia? que el previsible sí con que contesten a la pregunta ¿está usted de acuerdo con el derecho a la presunción de inocencia?

  1. Atención al lenguaje corporal del candidato:

No es sensato creer sin más lo que diga un candidato a jurado. Por regla general, todas las personas son -somos- capaces de mentir, incluso proclives a ello en determinadas circunstancias.

Es importantísimo estar muy atento al tipo de mirada (franca, huidiza, firme, perdida, etc.), a la dirección de la mirada (a los ojos del interlocutor, a un lado y a otro, al suelo, etc.) y a los movimientos corporales (la forma de sentarse, la posición de los brazos y movimiento de las manos, los gestos faciales y corporales) de los jurados.

En la entrevista de selección del jurado, para discriminar la autenticidad, o no tanta, de lo que expresa verbalmente. Y, posteriormente, en el juicio, para anticipar lo que bulle dentro de sus cabezas.

  1. El pálpito:

Es clave el pálpito que nos dé tanto un candidato a jurado como también un jurado ya sentado en el estrado, las sensaciones no racionales que nos transmita y la impresión que nos produzca.

Obviamente, es conveniente que esa impresión, ese pálpito, esas sensaciones, que interiormente nos construimos a partir de lo que percibimos hayan sido educadas en muchas actuaciones ante tribunales del jurado, para que sean certeras.

  1. Lenguaje llano:

Es fundamental dirigirse a los jurados, tanto en la selección como durante el juicio, con un lenguaje claro y llano, sin alambiques ni tecnicismos.

Es muy importante ser honestos con nosotros mismos al expresarnos, mostrándonos sin imposturas.

Es claro que cualquier jurado se sentirá incómodo con el abogado que se sitúe en un nivel elevado, tanto en actitud, como en lenguaje, como en cuanto a la estructura y contenido de su discurso.

Pero, igualmente, desconfiará del abogado en quien aprecie falsa modestia o falsa llaneza.

Para transmitir confianza, es clave mostrarse como uno mismo es, con honestidad, esforzándonos en ser claros y llanos pero sin impostura ni afectación.

  1. Transparencia:

Los jurados son personas inteligentes. Es básico interiorizar esto para el abogado que se enfrente a un tribunal del jurado.

Es muy arriesgado intentar engañar a un jurado, distraerlo de un argumento, o de un aspecto de la práctica de la prueba, o confundirlo con artimañas.

Más vale anticiparse a reconocer un punto flaco propio que tratar de emboscarlo y que sea el propio jurado quien lo detecte, que es lo que probablemente ocurrirá.

Ganaremos mucha credibilidad si el jurado aprecia que le exponemos abiertamente nuestro flanco débil de antemano, honrando su inteligencia, aunque -lógicamente-, a continuación, despleguemos argumentos para contrarrestar ese punto débil.

  1. Ilustrar rápido sobre el principal requisito para condenar:

Cualquier jurado, aun inconscientemente, tiende a presuponer la culpabilidad del acusado, por aquello de que si alguien está sentado en el banquillo de los acusados enfrentándose a un juicio, normalmente con graves acusaciones contra él, será por algo.

Por eso es importante hacerles ver rápidamente, al principio, la gravedad que supone cualquier condena de privación de libertad y la obligación que tiene el jurado de disipar cualquier duda razonable que puedan tener antes de declarar a alguien culpable.

Y conviene, ya desde el comienzo, introducir alguna de las dudas que procedan en el asunto concreto que se va a juzgar.

  1. El lenguaje corporal propio:

El abogado defensor debe transmitir, con su actitud y con su lenguaje corporal, serenidad, confianza en sí mismo, seguridad en lo que dice y hace, solvencia en sus interacciones con las otras partes y con el magistrado presidente.

Todo ello sin incurrir, ni por un milímetro, en la arrogancia o en la prepotencia.

Es positivo que el jurado aprecie convicción, incluso algo de vehemencia, en el abogado de la defensa, pero nunca enfado, ni irritación (cuidado con los malos modos o con alzar la voz).

Firmeza en la expresión siempre, pero siempre también amabilidad y exquisita corrección en las formas.

  1. La transcendencia del error de condenar a un inocente:

Por último, ha de transmitirse al jurado, con habilidad y persistencia a lo largo del juicio, la idea de que es mucho más grave condenar a un inocente que absolver a un culpable.

Abogado penalista súper especialista en Derecho Penal Económico Rafael Abati con la inestimable colaboración en este artículo de Manuel Callejón Corral, funcionario de la Administración de Justicia

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